28 de Marzo de 2025
01 de Abril de 2025
Conmemoración del 2 de Abril: Salir de la guerra a través de la palabra
La psicóloga Ana Soler, exdocente de UADER, acompañó a excombatientes entrerrianos a través de la escucha. “La Universidad tiene una tarea clave en reconocer las vivencias de nuestros veteranos”, sostiene en una entrevista en el marco de la Agenda M.


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Cada 2 de abril, en Argentina se conmemora el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas. Se evoca el sacrificio de aquellos que fueron a las islas. Interesa, en esta ocasión, atender al impacto emocional del conflicto bélico en los sujetos que fueron protagonistas de la gesta.
La psicóloga Ana Soler se dedicó a esta temática, a partir del acercamiento de excombatientes que se acercaron a su consultorio. Interpelada por estas historias, la profesional ahondó en ese camino, acompañando los procesos del retorno a la vida de muchos soldados entrerrianos.
Aquí, como parte de la Agenda M “Mujer, Memoria, Malvinas” de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (UADER), comparte su visión sobre el impacto de la guerra y, particularmente, analiza el proceso de “desmalvinización” que vivió la sociedad hacia el fin de la dictadura y en los primeros años de la democracia.
Cargar con el silencio
La psicóloga recuerda cómo, al regresar de la guerra, muchos veteranos eran silenciados. “Los callaron. En todas partes se decía ‘el silencio es salud’, pero al silencio hay que soportarlo. Es muy pesado”, expresa.
Durante la etapa de desmalvinización, a los excombatientes se les prohibió hablar de sus experiencias, lo que generó un vacío emocional y un sufrimiento profundo. “Los obligaron a callar, se los invisibilizó. Pero no se puede sostener la vida con los duelos no dichos. No se puede sin el reconocimiento del otro que hace posible constituirse como sujeto”, señala la profesional que ha sido docente y consejera de la UADER.
Sanar, con otros
Soler enfatiza la importancia del apoyo mutuo entre los veteranos para sanar. “La única forma de sanar es trabajando para ello, teniendo el deseo de hacerlo”, explica. “Fue clave el lazo entre ellos, sembrar el país de centros de veteranos. Recurrieron a la capacidad humana de mirarse, reconocerse. La vida es eso”, dice.
A lo largo de su carrera, Soler atendió de forma gratuita a muchos ex combatientes, quienes pusieron en palabras historias de dolor, resiliencia y patriotismo. Junto al doctor Pablo Yulita, en Paraná iniciaron un camino para ayudar a estos hombres, para intervenir ante el Estado a fin de que se impulsaran políticas públicas de acompañamiento a quienes habían pasado por situaciones traumáticas.
Nombrar la Patria
La psicóloga defiende enfáticamente su modo de definir a quienes fueron soldados. “No son los chicos de la guerra, son hombres valientes, veteranos de guerra, patriotas” que en 1982 regresaron de las islas con la necesidad de restablecer sus relaciones sociales y familiares.
El impacto del conflicto de Malvinas ha dejado marcas profundas en la historia argentina, y Soler subraya la necesidad de un reconocimiento institucional. “Es responsabilidad de la sociedad”, sostiene. “Ellos pusieron en valor importantes logros, como los cupos de trabajo, las pensiones para veteranos, la creación de un área en la Municipalidad de Paraná”, agrega.
“Hoy, cuando escuchas el Himno Nacional, sentís lo que ellos han recuperado”, afirma, resaltando que el orgullo de ser veterano de guerra es parte de la identidad recuperada y un aporte para la identidad nacional. Sin embargo, el camino hacia el reconocimiento total sigue siendo un desafío para muchos.
Recuerda -y hace saber- una escena, entre tantas, que se vivenció en Malvinas. Una veintena de sobrevivientes del hundimiento del crucero ARA General Belgrano esperaban su rescate en una balsa a la deriva. Otros tantos soldados pidieron auxilio desde una embarcación precaria, similar, que se estaba hundiendo. Los que estaban a salvo no dudaron en proceder al rescate, aun cuando eso ponía en riesgo su propia vida. “La Patria está ahí. En esos jóvenes que, muertos de frío, salvaron vidas. Cito a Baruch Spinoza ante esa escena: la fundamentación última de la ética es el rostro que tengo enfrente”, resume.
Educación y memoria
Soler subraya lo fundamental de sembrar la historia en las nuevas generaciones. “La Universidad tiene una tarea clave en reconocer las vivencias de nuestros veteranos”, dice y se ocupa en marcar que “es imposible sepultar emociones vivas, porque reaparecen, a veces de la peor manera”. Propone, por caso, hacer un censo de los descendientes y familiares de excombatientes dentro de las instituciones educativas, darles la palabra, hacer memoria.
En su reflexión, enfatiza que el avance de la sociedad está intrínsecamente ligado a la capacidad de mirar hacia atrás. “Sólo así se puede construir un futuro donde el reconocimiento y la sanación sean posibles. En base a la capacidad humana de narrar, de escuchar”, insta.
“Nunca se sale solo del trauma de la guerra. Se sale con el apoyo de la sociedad. Mirando la historia para poder avanzar”, insiste Soler y compromete a la comunidad: “Todos somos responsables. Todos hacemos nuestro aporte, desplegando la bandera cada 2 de abril”.
Producción y fotos: Secretaría de Comunicación | comunicacion@uader.edu.ar
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